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La formación no es para todos
Esta mañana hablando con un compañero, salió este tema. Entre jiji y jaja, me dejó caer que el Colegio debería organizar cursos para potenciar la formación de los colegiados; “para eso está el colegio, ¿no?», dijo.
No quise discutir y me encogí de hombros. Antes me metía en todas las discusiones, ahora cada vez me encojo más de hombros; hasta el punto de que a veces pienso que me voy a quedar sin cuello, pero mi hígado me lo agradece.
Sí, querido colegiado. ¡El Colegio eres tú!
Debo confesaros que los administradores de fincas cada vez se me parecen más a los propios vecinos. Éstos, en el colmo de la hipocresía, son capaces de tratar a los elementos comunes como jamás tratarían a los de dentro de sus casas. Por poneros un ejemplo suavecito: dejan la puerta de entrada al portal abierta porque no funciona bien el muelle, cuando ponen mucho cuidado con la de acceso a sus viviendas, a pesar de que carecen de ese mecanismo de cierre.
Pues bien, los administradores hacen exactamente lo mismo: continuamente se vuelven hacia el colegio en espera de que vaya a solucionar todos sus problemas. Ahora, cuando les pides que colaboren en algo, desaparecen todos; oye, no queda ni uno. SOLO, así es como te quedas.
Creo que los administradores se piensan que el colegio es del Presidente, como los vecinos se piensan que la comunidad es del Administrador.
No es lo mismo pedir que dar.
Reflexionando un poco, me doy cuenta de que en la base se encuentra en esta premisa y que, en realidad, este es un comportamiento generalizado de toda la sociedad.
Pero la falta de solidaridad en una asociación de profesionales (eso es lo que es un colegio) es mucho más grave que en otros ámbitos de la vida diaria.
“No puede ser que nos asociemos para proteger nuestros intereses en grupo y pensemos que con pagar una cuota es suficiente”, pienso, “no es posible que seamos tan ingenuos como para suponer que alguien, el Espíritu Santo, bajará del cielo para hacer el trabajo que a nosotros nos compete”, sigo pensando…
Una historia sobre formación.
El otro día estuve en un pequeño curso de formación que organizaba un colegio provincial limítrofe. Había trece colegiados apuntados y acudimos seis. ¡Como es posible?, diréis. Por varios motivos:
1- El curso era gratuito. Lo organizaba el colegio y los colegiados no pagaban nada. Es un error regalar formación. Es un error regalar nada. En este mundo todo tiene un valor y la gente no valora lo que se regala.
2- Al administrador no le interesa la formación porque entraña un esfuerzo y tiene que dedicarle tiempo. Los administradores, en general, viven penando que los vecinos los agotan, que son un auténtico problema: ¡su problema!
De igual modo, nunca tienen tiempo. Siempre hay llamadas pendientes, actas sin hacer, vecinos que los persiguen…
3- En esta sociedad, a la mayoría de los ciudadano NO les interesa la formación; saben de todo, pero nunca han estudiado nada. Para eso está internet.
Debo confesar que estoy impresionado. Cuando hablo con la gente pienso que Sócrates nunca existió, que ha sido un sueño dentro de mi cabeza, que aquella famosa frase de: “Solo sé que no sé nada”, habita únicamente en mi mente y nadie del resto del mundo la conoce.
Una encuesta sobre el Plan Estratégico
Estos días, el Consejo Nacional de los administradores, anda preparando una macro-encuesta para conocer cuáles son los problemas de la profesión.
Sí. Es la primera vez (que yo recuerde) que el Consejo pregunta y eso es bueno porque entraña un interés. El mensaje es claro: nuestro máximo órgano de gobierno se interesa por nosotros y por nuestro entorno.
Su interés es tan grande que quiere preguntar mucho, lo cual ya no es tan bueno, porque muchos pensarán que entre vecino y vecino, entre acta y acta, entre presidente y presidente, no hay tiempo para tantas preguntas.
Yo, que últimamente me meto en todos los “embolaos”, he propuesto utilizar “la guillotina”, pero eso no parece estar en los planes de la organización. Por el contrario, la formación es uno de los temas «estrella».
Claro, que me he dado unos días para analizar “el entorno” y rápidamente he podido oler, tocar y sentir algunos perfumes y sabores característicos que me dan a conocer lo que puede estar ocurriendo en las cocinas.
Querido capitán del barco: coge fuerte el timón y procura navegar firme. Esquiva las grandes olas y los bloques de hielo, procura que no se balancee porque el pasaje que llevas dentro es muy delicado y en seguida te «monta el pollo” como si de una reunión de vecinos se tratara. Para esto no necesitan formación; están sobradamente entrenados.
Consejo sobre formación:
En ese cuestionario hay preguntas, como es el caso de todas las que se refieren a la formación, sobre las que no se debe preguntar porque la información que se obtendrá no servirá de nada.
El problema está ya diagnosticado. Saquemos de la encuesta centenares de preguntas que, de forma mágica, harán aumentar el porcentaje de respuestas, que se consiga más información de otro tipo, que los cuestionarios sean más amigables y sencillos, que…
Nunca olvidemos que “el médico a palos” no existe y solo el que está motivado, el que conoce la importancia que tiene la formación, el saber y el conocimiento; solo ese, lo buscará allá donde se encuentre.
Pero la motivación no se fomenta con un formulario (en este no la he visto por ninguna parte) porque ese bien tan preciado requiere de mimo, de maña, de mucha sensibilidad, y aún así…
Sé de sobra que mis palabras caerán de nuevo en «saco roto». Sé que muy pocos leerán este artículo (por falta de tiempo, seguramente) y que los que lo lean pensarán: «Algo de razón tiene, pero…» o «¡Será ca… este tío!».
Aún así, insisto: solo el motivado se dará cuenta de que la formación y el conocimiento son el factor diferenciador que le hará único y diferente a los demás.
Solo la formación y el conocimiento nos harán resaltar como una bonita rosa roja sobre un fondo gris monótono.